La Unión de Juventudes
Comunistas de España desea expresar su más sentido pesar por la pérdida del
camarada Fidel Castro Ruz.
Fidel nos deja como herencia una acción consecuente a lo
largo de toda su vida y un pensamiento lúcido que permanecerán vivos por muchos
años, nutriendo con su ejemplo a quienes luchamos por la emancipación del ser
humano.
Nos quedará siempre vivo el recuerdo del estudiante de
Derecho que luchó por los derechos sociales y por la liberación de los pueblos
de América; el recuerdo del joven abogado que con 26 años encabezó un intento
de derrocar, junto a un centenar de jóvenes valientes, una dictadura militar.
El joven abogado que, al ser apresado y verse obligado a tener que asumir en el
juicio su propia defensa, con su oratoria clara y contundente convirtió a sus
acusadores en acusados y su alegato jurídico en un programa político por el que
luchar.
Tendremos siempre presente al revolucionario que, al ser
amnistiado por la presión popular, fue consecuente con su juramento de ser
libre o mártir y lo volvió a intentar infatigablemente junto a sus compañeros.
Al conversador cercano y persuasivo que, en el exilio en México, convenció en
una sola noche al “Che” de que merecía la pena dar la vida por la revolución
cubana. Y siempre seguiremos aprendiendo del estratega que, junto a otros once
supervivientes del desembarco en el yate Granma, vieron cómo una guerrilla
popular, con una actitud ética firme y razones justas por las que luchar,
aplastaba a un ejército profesional apoyado por Estados Unidos.
Sobrevivirá al paso del tiempo el Fidel que entró en La
Habana sobre tanques entre el júbilo del pueblo, el que era custodiado
proféticamente por palomas mientras proclamaba que esta vez sí sería
verdaderamente la Revolución. Y el Fidel de la reforma agraria, el que
enumeraba las propiedades norteamericanas expropiadas entre vítores del pueblo,
el mandatario que se alojó en Harlem para acudir a la Asamblea de la ONU.
Estará siempre presente para nosotras y nosotros el cubano
que miró a la Historia cara a cara y fue capaz de adelantársele a cada paso; el
dirigente sincero que gritaba a su pueblo que Estados Unidos no les perdonaría
nunca haber hecho una revolución socialista en sus propias narices; el político
que llamó siempre a su pueblo a ser rebelde. Estará presente como quien comandó
militar, política y moralmente al pueblo cubano, como el patriota que sintió a
todos los pueblos como propios, como el Comandante que demostró que se podía
derrotar al imperialismo si se derrota antes al analfabetismo.
Prueba de que seguirá estando presente es que seguirán
durante años tratando de ocultar su ejemplo, de distorsionar su figura humana y
sencilla todos aquellos que desprecian a los humildes, a las personas
explotadas y silenciadas del mundo a las que Fidel dio voz en sus discursos. Le
seguirá atacando esa oligarquía a la que tanto daño hizo su vida ejemplar e
íntegra en la dirección del pueblo cubano en su lucha hacia la liberación, y a
la que tanto daño hizo el ejemplo que supone Cuba para el mundo. La misma
oligarquía que trató de asesinarle centenares de veces, frustrada centenares de
veces, y a la que vuelve a derrotar.
Nos queda el mandato de sus palabras en 1960, en el acto
fundacional de los Comités de Defensa de la Revolución, ante los actos de
sabotaje contra el pueblo y los intentos sistemáticos de asesinarle: “¡No
importa que cualquiera de nosotros caiga, lo que importa es que esa bandera se
mantenga en alto, que la idea siga adelante!, ¡que la patria viva!”.
Fidel renacerá en la batalla de ideas que nos ordenó librar,
en cada persona explotada que despierte del sueño embrutecedor a que la
sometieron. Renacerá en las y los revolucionarios con sentido del momento
histórico que repitan sus consignas con orgullo, desde la comprensión
consecuente de su sentido profundo:
¡Libertad o muerte!
¡Socialismo o muerte!
¡Patria o muerte!
¡Socialismo o muerte!
¡Patria o muerte!
Con tu ejemplo militante,
¡Venceremos, Comandante en Jefe!
¡Venceremos, Comandante en Jefe!