La lucha contra la violencia sexista no
cierra por vacaciones, ya que es en las fiestas que se celebran a lo largo de
la geografía del Estado español durante los meses estivales cuando los casos de
agresiones sexuales contra mujeres y niñas son tristemente noticia (el
caso más claro han sido las violaciones sufridas en las pasadas Fiestas de San
Fermín, pero también más recientemente en Málaga, por ejemplo).
Los protocolos elaborados por los Entes
Públicos en colaboración con las organizaciones feministas; las campañas de
sensibilización en diferentes medios de comunicación, las voces de personas
famosas del mundo del periodismo, de la política; el trabajo de sensibilización
de colectivos sociales, feministas; las campañas institucionales, etc., son
medidas insuficientes para erradicar los casos de vejaciones, tocamientos,
insultos, violaciones sufridas sobre todo por mujeres y jóvenes. Si bien no
negamos que el avance social y político ante el tema de las agresiones en
fiestas ha dado grandes pasos. Pero no conseguimos extirpar esta crueldad
de nuestra sociedad porque la violencia es intrínseca a este sistema
socioeconómico despiadado que ahonda en la desigualdad como modo de pervivencia
para crear una sociedad dividida en pobres y ricos/as, fuertes y débiles y en
donde las mujeres somos el eslabón más vulnerable por nuestra condición de
género y de clase.
Donde no hay igualdad,
hay violencia. Así que se hace necesaria la reflexión acerca de qué clase de sociedad
estamos construyendo en la que las vidas de las mujeres y niñas sufren todo
tipo de atropellos.
Nuestra sociedad tolera la violencia
sutil y los comportamientos machistas que apuntalan un sistema patriarcal y
antropocéntrico que nos afecta en todos los ámbitos de nuestra vida: familiar,
laboral, educativo, en las instituciones, en las organizaciones políticas,
sindicales, sociales, etc.
Nuestra sociedad consiente el asesinato
de 61 mujeres y menores en lo que llevamos de 2016. Nuestra sociedad no
contempla la urgencia de una agenda feminista en la que la política se ponga al
servicio de las más débiles. Nuestra sociedad se despierta cada vez que hay una
agresión sexista en fiestas; sale a la calle, pero es permeable con la
publicidad denigrante contra la mujer, con la educación que segrega por sexos,
con la desigualdad económica entre mujeres y hombres y con la falta de
corresponsabilidad en el trabajo reproductivo y de los cuidados.
Desde el Movimiento Democrático de
Mujeres tenemos la firme convicción de que la violencia contra las mujeres,
las agresiones sexistas en fiestas pueden erradicarse a través de políticas y
leyes que defiendan la vida de las mujeres; que es posible dar pasos en la
construcción de un mundo en paz para las mujeres y que la educación y el
bienestar social se antojan necesarios para conseguir la emancipación de la
mujer y una vida digna de ser vivida por todas y por todos.
Hasta que esta meta se consiga, el MDM, como parte del
movimiento feminista, seguirá trabajando en aras a conseguir un modelo social,
con unas leyes justas y un reparto de la riqueza y de los trabajos
reproductivos y de los cuidados, para contemplar un futuro basado en valores de
Solidaridad, Justicia e Igualdad.